El Palau de la Música de Cataluña, obra de Domenech i Montaner, resume en sí mismo el ideal de los maestros vidrieros catalanes, teñido por un simbolismo que gira en torno a la música y la vitalidad cultural de la ciudad de Barcelona. Pose un sistema estructural derivado del gótico con una con cubierta de cristal y estructura metálica.
La integración entre arquitectura y decoración llega en este edificio al máximo de coherencia arquitectónica. La decoración de mosaicos, azulejos y motivos japoneses muy variados da sentido a los espacios y los colores con las vidrieras. Cuenta con una sala central cuyo techo es una gran vidriera transparente y en los laterales finos soportes y enormes superficies acristaladas. Todo el escenario está cargado de un simbolismo centrado en la exaltación de la alegoría de la música.