El gótico, las vidrieras y la luz

La luz es el más noble de los fenómeos naturales porque es el menos material y el que más se asemeja a la forma pura. Los arquitectos góticos le dieron la misma orientación metafísica que a la porporción o la medida, lo que explica el interés en el uso de vidrieras para construir muros ‘transparentes’.

La innovación del gótico

gárgola
Gárgola de Notre Dame, París

La arquitectura gótica empleó dos elementos constructivos nuevos: el arco apuntado de ojiva y la bóveda de crucería ojival. Estos y otros avances van a permitir modificar la estructura mural y espacial de los edificios al emplear un nuevo esquema arquitectónico en relación con los soportes. En los templos de tres naves los contrafuertes se encuentran en las naves laterales y se necesita el arbotante para trasladar las fuerzas de la cubierta al exterior. Para engarzar el contrafuerte con el arbotante y desviar verticalmente el sistema resultante de fuerzas se emplea el pináculo.

Pero no es el uso de la bóveda de crucería ojival ni el arco los que definen este estilo, ni tampoco el verticalismo espacial. La diferencia reside en dos rasgos que carecen de precedentes anteriores incluso en el románico anglonormando:

  • La luz como principio activo del arte gótico con un efecto de luminosidad sin precedentes.
  • Una nueva concepción estética y espacial entre forma y función de edificio.

La vidriera, el secreto de la luz

La luz inunda todo el espacio gótico en forma de potentes haces tamizados por los cristales de las vidrieras cuyos rayos coloreados van proyectándose sobre la superficie mural. En realidad, cabría mucha más luz a través de esos amplísimos ventanales pero los arquitectos buscan otra cosa. Persiguen un efecto sorpresivo y transcendente que trata de elevar a los fieles a una esfera suprasensorial.

La luz funde y transfigura los muros tratando de diluirlos en el reflejo de las vidrieras como si los quisiera convertir en ellas mismas. Las vidrieras de colores son oscuras, con tonos azules y violáceos que permiten crear en el interior un efecto sobrenatural que varía constantemente de acuerdo a los cambios atmosféricos y del sol.

Esta luz modifica toda la arquitectura y la sustancia material de los muros. Se proyecta sobre ellos y los funde transfigurándolos para diluirse en un reflejo multicolor de vidrieras como si quisieran convertirse en ellas mismas. No se diferencia entre luz transcendente y luz material: todas las manifestaciones de esa luz son reflejo de la divinidad.

vidrieras de la Sainte-Chapelle de París
Sainte-Chapelle, París

Frente a la arquitectura bizantina -donde la estructura es invisible y no se aprecia el verdadero esqueleto del edificio-, el sistema gótico está determinado por los elementos estructurales que son todos aquellos que desempeñan una función. Las formas son líneas y los volúmenes desaparecen.

La luz y la unión de forma y función generan una nueva espacialidad. La luz es fuente y belleza en sí misma y a ello contribuye la gran verticalidad de la nave central, cuya articulación mural no revela en ningún momento que es lo sustentado ni que es lo sustentante. Sólo se advierten formas ascendentes que enlazan con los nervios de las bóvedas que son el punto de unión de líneas de fuerza.

El templo gótico parece salvar la ley de la gravedad más potenciada porque nada trasluce desde su interior todos los recursos técnicos que están funcionando para mantener en pie una obra tan elevada. Hay un espacio diáfano en la nave central que no está delimitado  por un muro compacto como una masa continua, sino por un fondo espacial fluido: el de las naves laterales, triforio y el claristorio, donde las vidrieras irradian esa luz suprasensorial que contribuye a desmaterializar la escasa superficie de piedra de los pilares. No hay límites espaciales firmes y apreciables sino que son algo fluído y muy difícil de abarcar.

Vidrieras eclesiásticas, catedral de León
Catedral de León, 1256. ‘A esta catedral que es más cristal que piedra, más luz que cristal y más espíritu que luz’ (Karol Wojtyla)

La visión estética de la arquitectura gótica

La arquitectura gótica expresa una concepción que convierte al templo en una transposición terrenal de la mansión divina y esto llega a afectar a la propia valoración de los arquitectos como científicos que dominan las teorías matemáticas y los sistemas de proporciones.

Podemos afirmar que, en el arte gótico, la estética de la luz guarda una relación directa con la metafísica de la luz. Los constructores de catedrales usan un sistema de proporciones derivado de la estética del número presente en el legado de San Agustín. El número puede conducir al intelecto desde la perfección de las cosas creadas y de aquí a la Verdad invisible que está en relación directa con la idea de Dios.

Así se desarrollan las porporciones de planta y alzado donde el arquitecto recurre al uso de la geometría mediante el empleo de un módulo basado en ciertos polígonos regulares como el rectángulo y que podemos encontrar presente (plantas y alzados) en algunos tratados y documentos gráficos como del album de arquitectura de Villard d’Honnecourt.

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